El Parque Simón Bolívar fue el escenario donde miles de amantes del rock, la música alternativa y el metal se congregaron para la esperada edición 2024 de Rock al Parque.
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Desde horas de la tarde, el aire se llenó de expectativas y adrenalina. Las largas filas de ingreso parecían no importar frente a la emoción de presenciar el regreso de uno de los festivales gratuitos más grandes de Latinoamérica, y la energía de la ciudad se entremezcló con la ansiedad de los asistentes.
Con un cartel que prometía con la presencia de bandas como La Pestilencia, Haggard, Testament o Arde la Sangre, aunque el sol bogotano no acompañó la jornada, la lluvia no fue impedimento para que los asistentes disfrutaran de cada uno de los conciertos.
Los primeros acordes sonaron pasadas las tres de la tarde. Con la música de Victimized, Hellfish y Legio Inferi, se dio inicio a una seguidilla de actos nacionales que prepararon el ambiente.
Bandas jóvenes y promesas del rock colombiano abrieron la tarde con una energía imparable, haciendo vibrar a los primeros asistentes y recordando por qué Rock al Parque es un semillero vital para la escena musical del país.
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Poco a poco, el escenario principal empezó a llenarse de nombres reconocidos, y la asistencia comenzó a desbordar los espacios. La audiencia se fue volviendo más diversa a medida que el día avanzaba, con personas de todas las edades y estilos, en un perfecto retrato de la rica diversidad que el festival ha logrado reunir año tras año.
Al caer la tarde, llegaron las primeras bandas internacionales de la mano de Ray Coyote, Sacred Reich y Afsky, que ofrecieron sonidos duros y nostálgicos para los fieles del rock, así como propuestas más experimentales que conectaron con los nuevos asistentes.
Hacia la noche, una atmósfera electrizante se apoderó de todo el lugar. Los juegos de luces y la perfecta sincronía entre los efectos visuales y el sonido hicieron que el escenario principal se convirtiera en un espectáculo inolvidable. Las notas de la banda norteamericana Testament resonaron con tal potencia que, por un momento, parecía que la ciudad entera se había detenido a escuchar.
Pero la música no fue la única protagonista, con la zona de emprendimientos y las actividades interactivas, como el taller de cómo hacer un gutural sin morir en el intento, los bogotanos vivieron una experiencia llena música, emoción y cultura.
No sé ustedes, pero nosotros en Capital quedamos con ganas de que el segundo día de Rock al Parque llegue YA.

